Una vez que vuestro sitio está terminado, que habéis comprobado en la vista previa que se ve bien en los navegadores más frecuentemente utilizados y en diferentes dispositivos y que funcionan todos los enlaces ha llegado el momento de publicarlo en internet.

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Si no queréis depender de los posibles fallos de conexión y velocidad de la versión gratuita en la plataforma donde habéis creado vuestro sitio web podéis utilizar un servidor propio (es una opción adecuada a sitios profesionales que prevén mucho tráfico de visitas), un servidor dedicado (alquilar los servicios de un proveedor de alojamiento - hosting - que reserva un ordenador en exclusiva a un cliente) o un servidor compartido (varios clientes comparten espacio en un servidor común).

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Para decidir qué servidor utilizar, además de la cantidad de espacio y tráfico que ofrece cada proveedor de servicios en internet, es importante conocer la tasa de fiabilidad. Tener un sitio web alojado en un servidor que está caído con mucha frecuencia es peor que no tenerlo.

En un servidor gratuito no puedes tener dominio propio pero debes elegir una URL que identifique a tu organización de manera inequívoca y precisa.